miércoles, 24 de agosto de 2016

Sentarse a pensar

¿Se acuerdan del penúltimo post, sobre la Amistad? Recién acabo de darme cuenta de dos cosas relacionadas con él, la primera, ¡que lo escribí hace 6 meses! Pensé que había sido hace mucho menos... 
¿No les pareció como mucho más exagerado escrito así, bien, con ambos signos de exclamación?
Y la segunda, que fue el post #50 del blog. No es el 100 pero es medio importante igual, ¿no? Supongo que con eso puedo seguir justificando por qué me costó tanto escribirlo.

Hoy en día es muy habitual (por no decir, es casi imposible zafar de) escuchar y leer en las redes morales todo tipo de juzgaciones (no se gasten en buscarla, no existe; me avisan por la cucaracha que sería "juicios" la palabra correcta, pero no me gusta) acerca de cómo la gente invierte su tiempo. Quizás justo en este momento sea aún más patente porque el mundo se dividió en dos bandos gracias a esa famosísima aplicación llamada PokemonGo. Yo particularmente, por ser constante en mi ser-contra, pertenezco a un tercer bando que no consume pokemonses pero está a favor de su consumo. Pero este creerse moralmente superior al prójimo por hacer o dejar de hacer tal o cual cosa es más viejo que frotarse las manos para calentarlas, lo que ha cambiado son las cosas con las cuales juzgar. Creo que de todas, mi predilecta es mentón a más de 90º + cabeza ligeramente girada a un lado + ojos 75% cerrados + casi imperceptible vibración de la cabeza en forma de negación + frase "Yo no miro televisión", el "yo" con una dignidad imperial y el "televisión" dicho con desprecio, como si estuviera masticando chicle de pelusa. No voy a explicar de nuevo que la televisión es una herramienta, un medio de acceso, no un fin valuable en sí mismo, porque medio que ya lo hice acá.

Sin embargo, pese a estar atento a esos juicios (ta, cedí a la presión social) de valor que abundan, hace poco caí en algo un poco parecido y luego me di cuenta de mi boludez. Estaba quedándose mi suegro en casa y lo veo sentado en una silla en el cuarto, haciendo nada. Enseguida el enfermito de la productividad que tengo dentro se puso nervioso y pensó: "Pobre, qué aburrimiento que debe tener. ¿Por qué no va al living y se pone a ver la tele aunque sea?"
Como si el simple hecho de estar sentado pensando, reflexionando, descansando, disfrutando de una pequeña licencia de su mujer (suegra, es broma, te queremos!) no fuera suficiente, y tuviera que estar haciendo Algo. Creo que esa estupidez que me atacó, me debe pasar en muchos otros aspectos en los que aún no me he dado cuenta, porque esta pequeña cosa creo que es la gran causante del stress con el que vivimos cotidianamente, como un tatuaje que nos hicimos de guachos y ya no sabemos ni por qué está ahí. Esa vertiginosidad por la vertiginosidad en sí (como curré puntos de Scrabble ahí, eh?) que no tiene sentido, ese andar a mil por la calle, para llegar rápido a casa, para luego...?, ese dejar la radio o la tele de fondo para "que haga ruido" y nos haga un poco de "compañía"... será que no queremos frenar un poco a estar un rato con nosotros mismos? será que todos nos comimos este verso de la productividad, y si un día estamos tranquilos nos sentimos que estamos desperdiciando valiosísimo tiempo que nunca más recuperaremos, porque nunca beberemos la misma agua del mismo río, bla bla?

Si quieren quedarse pensando, tengo una silla en el cuarto...

Miliv out