martes, 27 de diciembre de 2016

Ejercicio Nº8 - Francotirador

Clark apartó la vista de la foto de la mujer y puso el ojo derecho en la mira del rifle de francotirador. Le tomó unos segundos distinguir a su objetivo de entre la multitud, el temblor de sus manos dificultaba enormemente poder focalizarse en ella. Suspirando angustiosamente, su mente se permitió unos segundos de distracción, en los que pensó que para él, ella era una completa extraña al igual que el resto de las personas que la rodeaban, pero que si ella moría, la vida de todas y cada una de las personas que querían a esa mujer, cambiarían para siempre. Y cambiarían por su culpa. Ella sostenía una cartera por el codo, y al enfocar en su mano izquierda, le pareció distinguir en su dedo anular un brillo dorado. Clark tragó saliva y mientras sentía sus ojos humedecerse, rezó porque ella no tuviera hijos. Al pensar en eso, el rostro de su pequeña Megan vino a su mente. Todo esto en definitiva lo estaba haciendo por ella.

Apartándose de la mira, miró hacia su izquierda, donde el hombre de traje y bigote le apuntaba con una filmadora y una pistola. En el momento que abrió la boca para intentar suplicarle que no lo obligue a hacerlo, el hombre simplemente se limitó a darle unos golpecitos a la foto con la punta de su arma. Clark, viudo de 47 años, ingeniero químico, evidentemente nunca había que tenido que asesinar a nadie en su vida. Lo que lo estaban forzando a hacer iba completamente en contra de su moral, y por más que esto lo hiciera por su hija, pensó que jamás podría volver a mirarla a los ojos si le arrebataba la vida a esa pobre mujer, sea obligado o no.

En todos sus años, sólo una vez había disparado un arma, cuando un primo le pidió que lo acompañe al círculo de tiro. El consejo que le dio en ese momento resonó en su cabeza como si lo tuviera al lado. Claky, para disparar debes exhalar muy lentamente, apretando suavemente el gatillo, hasta que el disparo te sorprenda. En ese momento, tomó una decisión, aunque en realidad decisión implica decidir entre alternativas. Él no tenía ninguna alternativa, hizo lo único que podía hacer. Exhaló lentamente hasta que el disparo lo sorprendió.


Su única alternativa era errar a propósito el tiro, apostando su vida a que Bigotes desviaría su vista aunque sea medio segundo para ver si la mujer había muerto. La buena fortuna quiso recompensar a Clark por su buena intención y efectivamente el hombre giró su cabeza para observar a la multitud. En ese instante, Clark apretó con fuerza el rifle y golpeó el arma de Bigote, tirándola al suelo a unos metros. Fue ahí cuando comenzó el forcejeo...

Ejercicio Nº7 - Taberna

Hace exactamente 6 días y 7 horas que Mei’Xing fue citado ante la presencia del Soberano.
En esta oportunidad, su Alteza le encargó a su fiel mercenario extranjero una misión que inicialmente parecía sencilla. Si sólo hubiera sabido… Tenía que conseguir, en el plazo de una semana, una persona que pudiese, digamos, pedir prestado por tiempo indefinido, una joya en particular. Hasta ahí parecía fácil, conseguir ladrones es mucho menos complicado que conseguir gente honesta.
Pero esta joya, inconvenientemente, pertenecía a un personaje llamado Lasher, de quien Mes nunca había escuchado antes, pero que aparentemente era una especie de leyenda entre los malvivientes. Y eso de que “ladrón que roba a ladrón…” no es tan lineal como el dicho lo hace parecer.
Habiendo acudido ya a todos sus contactos, el mercenario no tuvo más remedio que aferrarse a un rumor de un rumor, una tal Ranya, que según lo que escuchó, sería perfecta para el trabajo. La pesquisa de esta mujer lo llevó hasta este preciso momento, a la puerta del Diente de Cobre, una de las tabernas con peor reputación de toda la región.
Ni bien cruzó el umbral, Mei sintió como varias miradas se posaron sobre él, no de una manera muy amistosa que digamos. Esto no fue algo que lo incomodara en lo más mínimo, sus diminutas orejas y su pelo color oliva siempre se encargaban de dejar bien en claro que era un extranjero, los cuales no son precisamente bienvenidos en esta época. Ignorando a los amistosos parroquianos, se acercó al cantinero y sin mediar palabra, se limitó a mostrarle dos dedos, confiando en que de esta manera el tabernero le serviría dos de lo que fuera más común beber allí, por más que, sinceramente, desapercibido no estaba pasando. Luego de pagar, se dirigió con sus bebidas al extremo de la barra e intentó concentrarse en el tumulto, tratando de identificar los temas de conversación de los distintos grupos.

A la mitad de su primer trago, sintió un leve cosquilleo en su pecho, y al tiempo que su mano se deslizaba en su manga en busca de su daga, sintió el familiar frio del acero apoyándose en su rodilla. Ese acero terminaba dentro de la manga de una camisa, pertenenciente a una mujer que no parecía tener más de treinta, de tez cobriza, ojos verdes e intensos y pelo negro como el carbón. “Me ofende que acudieras a mí quedándote tan pocas horas restantes. Como veo que soy tu última opción, no estarás en posición de negociar mi paga.” le susurró Ranya, mostrando una sonrisa que desarmaría hasta al más recio de los presentes.

Ejercicio Nº6 - Padre

​Silencio. Absoluto silencio.
Teniendo una hija liceal y madrugadora, viviendo en un pequeño apartamento de finas paredes de yeso en una calle poco transitada de Queens, lo último que esperaba escuchar Clark un jueves luego de apagar el despertador, era silencio.
Extrañado, se dirigió a la cocina, donde Megan a estas horas suele estar preparando uno de sus licuados. Nada; ningún indicio de actividad. 
Luego de pasar por el baño a lavarse la cara, se encaminó hacia el dormitorio de ella, 95% contento de poder burlarse de la dormilona y 5% preocupado, deber de todo buen padre. La puerta estaba abierta, y la cama, donde anoche vio durmiendo plácidamente a su niña al volver tarde a casa, perfectamente tendida. Megan muy rara vez hace algo más que estirar el acolchado vagamente hasta la almohada.
Clark cerró los ojos y sacudió la cabeza para intentar despertarse un poco más, a la vez que su nivel de preocupación subía en forma de cosquilleo helado por la espalda. Trotó de vuelta a su cuarto, en busca de su celular para llamarla, mientras en su interior albergaba la esperanza de que Megan haya tenido que ir temprano al liceo por algún motivo que olvidó mencionarle. Llamó, y mientras el tono de espera sonaba, sintió como si le dieran una patada en la boca del estómago al escuchar desde el cuarto de Megan, su celular sonando. Ella nunca en la vida hubiera salido de casa sin su teléfono. Jamás. Iba hasta al baño con él. Una vez incluso lo puso en una bolsa hermética para poder hablar con su mejor amiga mientras se bañaba. Su mente, incapaz de poder pensar en las implicancias de esto, se esmeraba por traer este tipo de recuerdos, inútiles en este momento.
Sentándose en su cama y apoyando los antebrazos sobre los muslos, Clark intentó calmarse, respirando honda y pausadamente. Decir que lo consiguió sería exagerar, pero al menos ya había vuelto a pensar con lucidez. Corrió de vuelta al cuarto de su pequeña y revisó la ventana. Estaba cerrada y no parecía haber sido forzada, pero estaba destrabada. Abrió la ventana y asomando la cabeza hacia afuera, fantaseó con la probabilidad de alguien subiendo por la escalera de emergencia, entrando por la ventana y secuestrando a su hija. Era ciertamente improbable, por lo que se sentó en el piso y comenzó a sopesar las alternativas. Si había olvidado su celular, debió haberse ido por alguna emergencia grave, pero en ese caso no haría su cama. Si tuvo que ir temprano al liceo, o se desveló y decidió salir caminando despacio, o cualquier alternativa similar, seguro hubiera llevado su teléfono. En el caso de habérselo olvidado, a los pocos metros habría vuelto a por él, al intentar usarlo para escuchar música. Poco a poco, la alternativa del secuestro iba abriéndose paso en el podio de la probabilidad. 
Dejando con dificultad el pudor de lado, tomó el teléfono de su hija y revisó los últimos mensajes y llamadas, en busca de alguna pista. Luego de unos minutos de fútil búsqueda, decidió llamar a Shannon, la mejor amiga de Megan.
“Megu, ¿cómo estás? No me digas que te olvidaste de escribir el ensayo…” dijo Shannon de prisa ni bien atendió. Era una buena chica, aunque siempre andaba un poco acelerada. Clark la interrumpió.
“Shannon, no, soy Clark. Me desperté y Megan no estaba, dejó su celular en el escritorio y dejó su cama tendida. ¿Tenés alguna idea de dónde puede estar?” formuló esa pregunta con la voz un tanto entrecortada.
Megan hizo un silencio. Dos silencios. “¿Megan? ¿Estás ahí?”

“Ay señor Mallory, por favor, haga lo que haga, no llame a la policía. Ya mismo salgo para su casa. Tengo algo muy serio que contarle.” dijo la adolescente, cortando la comunicación.

Ejercicio Nº3 - Inspiración

«Es curioso cuántas cosas empiezan conmigo siendo arrojado a la cárcel», pensó Vasher.
Los guardias rieron y cerraron la puerta de golpe. Vasher se levantó y se sacudió, meneó el hombro y dio un respingo. Aunque la mitad inferior de la puerta era de gruesa madera, la superior tenía barrotes, y pudo ver a los tres guardias abrir su mochila y rebuscar entre sus pertenencias.
-Fragmento de El aliento de los dioses, de Brandon Sanderson

Eso significaba que la siguiente etapa en su plan estaba por comenzar. Si hay algo que Vasher detesta verdaderamente, pese a que es extraordinario en ello, es improvisar. Es por eso que, misión a misión, va dejando cada vez menos factores librados al azar, a quien considera su peor enemigo.
Los guardias encontraron finalmente su bolsita de cuero negro con una cantidad considerable de monedas de plata. Este era su pie para comenzar a actuar, pues además de monedas, la bolsita contenía un somnífero en polvo, extremadamente volátil. “Hey, tú, el de la nariz como un garfio, tu nombre es Kelsier, ¿verdad?” comenzó Vasher. El más escuálido de los tres guardias apenas echó una mirada de reojo hacia el reo y siguió con la repartición del botín con sus compinches. Vasher sabía que no tenía mucho tiempo, sacó los brazos a través de los barrotes hasta los codos y prosiguió su provocación. “Eres el hermano de Mare, ¿no es así? La que trabaja cerca del puerto.” Estas palabras comenzaban a hacer efecto, porque Kelsier le lanzó una mirada de odio, pero aún faltaba más. “Con ese dinero podrías ayudarla a que deje las calles. Anoche yo mismo ya empecé esa tarea, pagándole por un servicio bastante deplorable, ya ni para eso sirve la pobre. Pero descuida, incluso de dejé propina.” Las verdades duelen mucho más que las mentiras, Vasher sabía que todo lo que le decía al guardia era cierto y que por el cariño que le tenía a su hermana, lo haría enojar. Éste tomó un garrote y se acercó hacia Vasher, pero mientras caminaba, empezó a tambalearse, hasta que se derrumbó prácticamente en sus brazos, quien tuvo que estirarse un poco para arrastrarlo hacia la puerta de la celda. Los otros dos guardias demoraron algunos segundos más, pero al fin cayeron, el tasarie melkar cumple con su función con escuálidos y fornidos por igual.
Vasher fácilmente accedió a las llaves que Kelsier llevaba en la cintura y unos minutos más tarde ya había invertido los papeles de quiénes se encontraban adentro y afuera de la celda, con un plus de mordazas para los de adentro. Al volver a guardar las monedas en la bolsita y percibir el tenue aroma del tasarie melkar, no pudo evitar recordar a Sazed, su maestro, cuando tantos años atrás lo obligaba a tomar aquellos asquerosos brebajes a diario, durante lo que a él le parecieron siglos, para que su cuerpo se fuera haciendo poco a poco inmune a determinados venenos y somníferos. «Donde quiera que estés, una vez más, gracias maestro» pensó con nostalgia.
Trayendo a su mente el sencillo mapa que había memorizado de la prisión, trazó un camino directo hasta las mazmorras, partiendo desde lo que coloquialmente se llaman las “celdas de entrada”, por ser donde se lleva inicialmente a los presos, antes de decidir si soltarlos al otro día o convertirlos en huéspedes más o menos permanentes. Navegó los pasillos de la prisión hasta llegar al último recodo antes de la puerta de las mazmorras, puso su espalda contra la pared y cerró los ojos.
Vasher, al igual que su maestro Sazed, era un Permutador, los cuales pertenecen a un ínfimo porcentaje de la población mundial. Pero a diferencia de su maestro, había alcanzado el segundo nivel de permutación, por más que aún no era ni la mitad de bueno de lo que era Sazed en el primer nivel. Una permutación de primer nivel permite al permutador intercambiar atributos de dos objetos distintos, utilizando un tercer objeto especial como catalizador. En su caso utilizaba una pulsera que representaba el ouroboros, la serpiente que se muerde la cola, pulsera que por embarazosas razones ya no estaba en su poder, y esta misión era el primer paso para recuperarla. El segundo nivel de permutación, en cambio, permite el intercambio de atributos personales. La utilización del catalizador es opcional, pues únicamente hace que el proceso sea más eficiente. La habilidad del permutador radica en conocer qué atributos se combinan mejor con qué otros, para que la pérdida en el proceso, tanto del atributo a disminuir como de su propia energía, sea la menor posible.
Vasher aún era un aprendiz de este nivel, pero sabía que una manera sencilla y barata de aumentar su sentido del oído era disminuir en la misma proporción sus otros cuatro sentidos. Realizando esta permutación pudo escuchar a dos guardias jugando algún juego de cartas y a un tercer guardia roncando profundamente en la habitación contigua. Tomó de su mochila un frasquito que contenía tasarie melkar, pero no en polvo, sino mezclado con vinagre, lo que lo convertía en una pasta, la cual usó para untar la punta de dos de sus cinco cuchillos arrojadizos. Giró repentinamente y lanzó sendos cuchillos, el derecho se clavó en el brazo izquierdo de un guardia, mientras que el izquierdo lo hizo en el muslo del otro. «O empiezo a practicar mi puntería con la zurda, o empiezo a permutar puntería antes de tirar» reflexionó Vasher con cierto enfado por no haber acertado en el brazo también. Los guardias cayeron dormidos casi instantáneamente. Abrió la puerta de las mazmorras y encontró un pasillo con diez celdas a cada lado, que terminaba en una escalera descendente. Tomó un manojo de llaves de la mesa y la antorcha que los pobres guardias durmientes ya no necesitarían, así como también un comodín que uno de ellos tenía escondido en su manga y empezó a alumbrar una a una las celdas en busca de su objetivo. Los presos al despertarse y notar que no era un guardia empezaron a gritar “¡Libéranos! ¡Sácanos de aquí!”. De repente uno de ellos lo reconoció y dudando de sus dormidos ojos le preguntó “¿Tú eres Vasher? ¿EL Vasher?”. Todos los demás reos se mantuvieron en silencio, expectantes de la respuesta del extraño personaje. Vasher generalmente odiaba que su reputación lo precediera, pero en este caso no le importó, y desplegando la sonrisa más enigmática que pudo concebir, siguió investigando las celdas. “Pensé que ya no vendrías” escuchó desde la celda a su espalda con tono socarrón. Se volvió y tuvo que esforzarse porque la sorpresa no se transmitiera en su rostro. Su gran amigo Hammond, que a la sazón contaría con unos 30 años, 5 menos que él, se veía fácilmente de 50, sucio, barbudo y con una delgadez tal que aún en la tenue luz se veían sus costillas. “Técnicamente, nunca me pediste que viniera” bromeó Vasher. Probó algunas llaves hasta dar con la correcta, y le dijo “Vámonos de aquí, tenemos mucho trabajo por delante. El primero de todos, limpiarte y arreglarte hasta que te parezcas al Ham que recuerdo.”





Ejercicio Nº2 - Recuerdo

Uno de los recuerdos más antiguos que el correr del tiempo aún no ha borrado -o al menos, no totalmente- ocurre cuando yo contaba 4 años de edad, o como nos gusta decir cuando somos pequeños, 4 años y medio. Lo cual tiene sentido, medio año a esa altura de la vida es un porcentaje bastante grande del total. Este recuerdo es el del nacimiento de mi única hermana. Hermana menor, claro está.
Como hasta el momento era hijo único, nieto único para mis abuelos maternos, y hasta sobrino único para mis tíos más cercanos, quienes tampoco tenían hijos por aquel entonces, es de suponer que me acuerde de este momento con un sabor un tanto amargo, ya que su aparición significaba mi pérdida de protagonismo. Otros, personas afectuosas y familieras por ejemplo, podrán pensar todo lo contrario, que el momento en que llega un hermano es un momento de felicidad, el comienzo de un camino de complicidad y diversión. En mi caso, ese evento se resume en estar en la sala de espera del hospital, de noche, aburrido, sentado en un sillón de tres cuerpos, con grandes almohadones de cuero negro, esperando a que nazca mi hermanita, para poder irnos a casa. De repente, llega mi tío Ale, que sanguíneamente es mi medio tío paterno, pero que en la práctica es más bien un primo o un hermano mayor, porque es apenas 9 años mayor que yo. Se sienta a mi lado, “te traje algo” me dice. Me entrega una bolsita que contiene una caja pequeña, no se me ocurre qué puede llegar a ser. Cuando saco la caja de la bolsa, descubro muy contento que es un pequeño juego de ajedrez. “¿Viste? Es magnético,” agrega, como si yo no estuviera ya lo suficientemente feliz, “ya no va a pasar más que se acaben partidos porque alguno sin querer tire las piezas.” Le agradezco y le pregunto si quiere jugar un partido ahora. Por suerte accede, y en seguida me pongo a distribuir las piezas en el tablero, dándole la vuelta cada tanto, poniendo las piezas de cabeza, para probar cuánto resisten los imanes. Me pongo a pensar todos los lugares donde voy a poder jugar, que antes no podía, como andando en auto por ejemplo, que en los trayectos largos suelo aburrirme mucho. Nunca hubiera sospechado que 15 o 20 años después tendría un celular que me permite hacer eso y mil cosas más.
Luego, como si alguien hubiese tomado unas tijeras y hecho dos cortes en la cinta de la historia de mi vida, tirado un tramo y unido con cinta adhesiva lo restante, lo siguiente que recuerdo es unos días después, cuando vino de visita mi tía, la hermana gemela de mi madre. Yo, obviamente, aún seguía con la novelería de mi nuevo ajedrez y a todos les preguntaba si querían jugar. A ella siempre le gustaron los juegos, entonces tenía esperanzas de que dijera que sí, por más que estaba ocupada hablando con los otros adultos. Con un entusiasmo bastante inferior al mío aceptó que jugáramos y se retiró un poco de la mesa donde estaban charlando para quedar de costado a una mesa ratona, donde yo ya estaba armando el tablero. Ella jugaba conmigo a la vez que charlaba y se reía con mis padres, hasta que en un momento, una frase cambió todo. “Tía, no podes mover ahí porque te hago jaque mate.” Miró hacia el tablero aún sin procesar por completo lo que acababa de decirle, luego hizo un gesto que es muy típico de mi madre también, como combinando movimiento de cabeza y de ojos para enfocar, hasta que le cayó la ficha de que realmente su rey blanco estaba en problemas. Ahí fue cuando giró la silla, apuntándola hacia el juego, y su cara se transformó en la de la arquitecta tratando de resolver una ecuación complicadísima. Creo que sólo le faltó apuntarle con la palma a mis padres y pedirles que se callen para dejarla concentrarse. Fue luego de un rato, recién cuando logró decir victoriosa “¡Jaque mate!”, que pudo volver a girar la silla y retomar la conversación, notoriamente aliviada de no haber perdido un partido de ajedrez con su pequeño sobrino de 4 años y medio.

Ejercicio Nº1 - Situación

Desde que era pequeño hasta casi mis veintes, viví en un barrio de Montevideo llamado Parque Rodó. Durante varios de los primeros años de esa época, mi familia y yo teníamos por costumbre ir a cenar en mi cumpleaños a un restaurante de la zona llamado Los Picapiedras. Sin embargo, como le sucede a muchos comercios de la ciudad, este restaurante no superó la rigurosa prueba del tiempo y cerró repentinamente. Desde ese entonces, siempre que un nuevo comerciante ha intentado probar suerte abriendo un local en esa esquina, me gusta ir al menos una vez.
Hoy me encuentro en este nuevo restaurante de la vieja esquina de Prato y Acevedo Díaz, el cual abrió sus puertas hace apenas una semana. Su nombre aún es un misterio, ya que todavía no han colgado ningún cartel que lo indique. Está ambientado de una manera moderna y rústica, aunque acogedora, con mucha madera y luz cálida e indirecta. A diferencia de su anterior encarnación, en la cual la oferta gastronómica incluía más que nada cervezas, tragos y platos para compartir, ahora la pinta que da, al menos al verlo de afuera, es más de restaurante y con precios por encima de la media; de esto último me doy cuenta porque hay copas dispuestas en las mesas y servilletas de tela.
Al entrar veo unas 10 o 12 mesas en distintas combinaciones de tamaños, elijo una para dos personas en el centro del salón y me siento mirando hacia los ventanales que dan a la calle. Mientras espero al mozo, envío un mensaje de texto a mi novia indicándole que la espero adentro. Para haber abierto hace tan poco tiempo y ser un miércoles por la noche, ver casi 20 clientes me pareció bastante exitoso. A mi derecha, cerca de la puerta, se encuentra una de las mesas que más colabora con esa cifra, cinco viejitas y un viejito charlan animosamente y disfrutan de unas pizzetas compartidas muy bien presentadas y cargadas de gustos, que abren aún más mi apetito. Mientras pienso en este Don Juan octogenario con sus cinco damiselas, en si llegará al medio milenio la suma de sus seis edades, y en que me encantaría que si llegase a esa edad, aún tuviera la suerte de tener un grupo de amigos con quien ir a cenar y la salud para poder disfrutarlo, un mozo se acerca hacia mi mesa. En total conté cuatro personas trabajando de este lado del mostrador, quien me tocó es un muchacho en sus veintes, pelo rapado, múltiples tatuajes, que me saluda muy amablemente -quizás hasta demasiado- y me entrega el menú. Cuando amaga a retirar el servicio del otro lado de la mesa, le digo que vamos a ser dos, entonces deja otra carta más, y se despide con una sonrisa con partes iguales de brackets y dientes. Al ver el menú el misterio del nombre se devela y me rio para mis adentros: casualmente el restaurante se llama Don Juan. También puedo comprobar mis prejuicios en lo que respecta a los precios, están por encima de la media, pero enseguida recuerdo aquellas suculentas pizzetas y pienso que capaz pueden valer el precio extra. Mientras continúo hojeando los platos principales, llama mi atención que de entre todo el murmullo general, alguien está hablando en un idioma que no identifico. Noto que se trata de dos chicas jóvenes, sentadas en frente de mí, pero a las que veo sólo parcialmente porque una columna las tapa. Son de tez blanca pero no demasiado como para acotar su procedencia a algún país nórdico. La más alta y robusta tiene pelo negro mientras que la de complexión media lo tiene castaño, hablan poco y rápido y no llego a ver qué están comiendo. Luego de medio minuto de intentar tamizar sus escasas palabras de entre el ruido circundante, estimo que puedan ser de Europa del este. Más tarde me daré cuenta que le erré por varios miles de kilómetros.
De los otros tres trabajadores, observo que uno de los dos hombres cumple el mismo rol que el que me atendió y está vestido de igual manera, ambos son mozos que toman pedidos. El otro, un gordito de 40 y poco, que en vez de tener camisa negra tiene una blanca con rayas azules, muy probablemente sea el encargado o tenga alguna relación con el dueño, pues aunque desempeña la función de sommelier, da órdenes disimuladas a los demás mozos. Justo en el momento que me decido por una hamburguesa de salmón con papas rústicas, veo a través del ventanal a Mariana quien me ve y me devuelve el saludo. Mientras entra y se acerca, descubro el rol de la cuarta moza, una muchacha joven de edad indefinida, pelo atado en un moño y camisa blanca, es la que ayuda a entregar los platos, o como gusta el mundillo gastronómico de llamarle, la runner. Mi novia, luego de darme un beso y acomodarse en frente, me pregunta “¿Viste que tenés dos colegas acá atrás?” mientras señala disimuladamente con su pulgar hacia ella misma. Abro los ojos como platos y luego frunzo el ceño, totalmente descolocado. “¿Programadoras?” atino a preguntar con incredulidad. Ella se ríe. “No, no, hacen krav maga.” Levanto una ceja mientras ella disfruta de mi desconcierto. Mientras levanta un poco la mano y mueve los ojos hacia un costado tratando de concentrarse me dice bajito “Tenían un bolso con el logo al costado de su mesa… esperá…” sonríe un poco más “y encima son de origen, están hablando hebreo.”

#Escrituras

Las malas lenguas ya estaban haciendo correr el rumor de que el blog iba a cerrar por mi completa ausencia en los últimos meses, pero aquí hemos vuelto para desmentirlas.

Esta vez, mi excusa para estar desaparecido es apenas mejor que en otras oportunidades: estoy haciendo un taller literario, en el que semanalmente tengo que escribir algo según una consigna. En una palabra, estoy escribiendo más que nunca, y me lo estoy encanutando.... hasta hoy.

Aquí nace la etiqueta #Escrituras, en la que iré compartiendo los ejercicios, pero sin la premisa, para que quede un poco la incógnita de qué se supone que tenía que hacer.

En vez de desearle "feliz año", les pido que le metan al 2017 un poquito más de lo que le metieron al 2016.

Miliv out

miércoles, 24 de agosto de 2016

Sentarse a pensar

¿Se acuerdan del penúltimo post, sobre la Amistad? Recién acabo de darme cuenta de dos cosas relacionadas con él, la primera, ¡que lo escribí hace 6 meses! Pensé que había sido hace mucho menos... 
¿No les pareció como mucho más exagerado escrito así, bien, con ambos signos de exclamación?
Y la segunda, que fue el post #50 del blog. No es el 100 pero es medio importante igual, ¿no? Supongo que con eso puedo seguir justificando por qué me costó tanto escribirlo.

Hoy en día es muy habitual (por no decir, es casi imposible zafar de) escuchar y leer en las redes morales todo tipo de juzgaciones (no se gasten en buscarla, no existe; me avisan por la cucaracha que sería "juicios" la palabra correcta, pero no me gusta) acerca de cómo la gente invierte su tiempo. Quizás justo en este momento sea aún más patente porque el mundo se dividió en dos bandos gracias a esa famosísima aplicación llamada PokemonGo. Yo particularmente, por ser constante en mi ser-contra, pertenezco a un tercer bando que no consume pokemonses pero está a favor de su consumo. Pero este creerse moralmente superior al prójimo por hacer o dejar de hacer tal o cual cosa es más viejo que frotarse las manos para calentarlas, lo que ha cambiado son las cosas con las cuales juzgar. Creo que de todas, mi predilecta es mentón a más de 90º + cabeza ligeramente girada a un lado + ojos 75% cerrados + casi imperceptible vibración de la cabeza en forma de negación + frase "Yo no miro televisión", el "yo" con una dignidad imperial y el "televisión" dicho con desprecio, como si estuviera masticando chicle de pelusa. No voy a explicar de nuevo que la televisión es una herramienta, un medio de acceso, no un fin valuable en sí mismo, porque medio que ya lo hice acá.

Sin embargo, pese a estar atento a esos juicios (ta, cedí a la presión social) de valor que abundan, hace poco caí en algo un poco parecido y luego me di cuenta de mi boludez. Estaba quedándose mi suegro en casa y lo veo sentado en una silla en el cuarto, haciendo nada. Enseguida el enfermito de la productividad que tengo dentro se puso nervioso y pensó: "Pobre, qué aburrimiento que debe tener. ¿Por qué no va al living y se pone a ver la tele aunque sea?"
Como si el simple hecho de estar sentado pensando, reflexionando, descansando, disfrutando de una pequeña licencia de su mujer (suegra, es broma, te queremos!) no fuera suficiente, y tuviera que estar haciendo Algo. Creo que esa estupidez que me atacó, me debe pasar en muchos otros aspectos en los que aún no me he dado cuenta, porque esta pequeña cosa creo que es la gran causante del stress con el que vivimos cotidianamente, como un tatuaje que nos hicimos de guachos y ya no sabemos ni por qué está ahí. Esa vertiginosidad por la vertiginosidad en sí (como curré puntos de Scrabble ahí, eh?) que no tiene sentido, ese andar a mil por la calle, para llegar rápido a casa, para luego...?, ese dejar la radio o la tele de fondo para "que haga ruido" y nos haga un poco de "compañía"... será que no queremos frenar un poco a estar un rato con nosotros mismos? será que todos nos comimos este verso de la productividad, y si un día estamos tranquilos nos sentimos que estamos desperdiciando valiosísimo tiempo que nunca más recuperaremos, porque nunca beberemos la misma agua del mismo río, bla bla?

Si quieren quedarse pensando, tengo una silla en el cuarto...

Miliv out



viernes, 17 de junio de 2016

Sin título

Voy a escribir algo que quizás por momentos no sea políticamente correcto, porque sinceramente requeriría estar de un humor del que claramente no estoy. Por lo tanto, si hoy es uno de esos días en que sentis que te podes escandalizar por lo que un boludo escribe en un blog, ahorrate el disgusto y no sigas leyendo.

Todavía no sé bien de qué voy a terminar hablando, porque este es uno de esos posts-catarsis (que no es lo mismo que post-catarsis) pero implica conceptos como amor, sentido del humor, cursilería, homosexualidad, entre otros.

Pese a que la homofobia (o como dicen que dice Morgan Freeman, fobia implica miedo, y lo que usted tiene no es miedo, es estupidez) sigue siendo moneda corriente en nuestro mundo, como lo demuestra ese mass shooting de hace unos días del que ya habrán escuchado suficiente, poco a poco se va avanzando con este tema, que al menos ya no es tan tabú. Ya no me acuerdo si era Kanela o Petru, que decía que había que ser bien macho para ser puto 20 o 30 años atrás. 

Y aunque hemos avanzado, todavía queda mucho camino por recorrer, en especial en algo que no sé si está relacionado, y que si no lo está y relacionarlo es discriminatorio, entonces cual Elige te propia aventura, vuelve al párrafo #1. Ese algo al que me refiero lo podemos resumir en "la expresión del lado sensible del hombre". Porque acaso, ¿qué hombre se siente cómodo caminando por la calle con flores para su pareja? Obvio que habrá hombres que se sientan incómodos porque la idea de regalar flores en sí le resulta incómoda, porque lo hace por compromiso o para tratar inutilmente de enmendar alguna cagada, pero otros nos sentimos incómodos por lo que piensen los demás hombres de nosotros al vernos. 
Ya sé que es una incomodidad estúpida, pero existe. Y como eso, tantas otras cosas que los hombres a veces dejamos de hacer para no sentirnos cursis, o que no nos vean de esa manera. Pero, ¿qué es ser cursi realmente? La dejo picando porque no me da para abrir esa puerta, al menos hoy.
A todos estos temas, se le suma algo que siempre está ahí, el humor. El decir las cosas en broma, para no decirlas en serio. Las bromas, aunque en broma, generan formas mentales, hieren, etc, etc.

Hago un parentesis para hablarle a ese amigo y hermano que sabe o intuye que todo esto está relacionado a una charla que tuvimos hoy, a él le digo que yo sí lo conozco de verdad, que yo sí sé cómo es, que sé que él sí hace jodas en joda y no con un doble sentido hiriente o burlón. Y lo sé, porque una de las tantas veces que nos hemos sentado mano a mano a llenar la mesita de cervezas, me preguntó: ¿Sabes cuál es la fuerza más grande que hay en el universo? No sé, le respondí, quizás alguna de esas atómicas. Y él me respondío, no, la fuerza más grande es el Amor. 
Alguien que te dice eso podrá burlarse de lo cursi todo lo que quiera, pero no lo hace porque lo piense, no lo hace por herir, lo hace por diversión, porque el cánon humorístico masculino del momento hace que las cosas sean así, que ése sea el tipo de bromas que nos gastamos entre hombres. 

Muchos me conocen y saben que por más que me hago el que no me importa la opinión de los demás, en bastantes ocasiones sí me importa, en especial cuando "los demás" no son cualquiera. Quizás yo no sea de esos novios que andan publicando en las redes sociales cuán enamorado estoy, y en esto puntual no es que no lo haga por vergüenza (ni tampoco para darle esperanzas al millar de minas que se mueren por mi, como pensaría una novia celosa), no lo hago simplmente porque no uso las redes sociales para eso, así como no las uso para avisar si me voy de viaje o para tantas otras cosas. Y no digo que quienes lo hacen están mal y yo esté bien, porque las redes sociales son una extensión de uno mismo, entonces quien hace eso, en la "vida real" no debe actuar muy diferente tampoco, y cada uno actua como quiere y como puede y como le sale. 
En casi un mes van a cumplirse dos años desde la primera vez que salí con Mariana, mi novia, el amor de mi vida, quien me ha hecho ver la vida de una manera bastante diferente, y con quien vivo hace más de dos meses. Y algunos sabrán más detalles de nuestra vida, otros menos, pero aquellos que conozcan menos no es porque me dé vergüenza, sino porque por distintas razones, desde la confianza hasta la oportunidad, no se ha dado en profundizar sobre el tema.

Y si su manera de expresar esta felicidad es poniendo fotos nuestras y abriendo su corazón en frente de sus amigos y conocidos, a través de una red social, para mi está bárbaro, porque el medio me importa un carajo, me importa que ella sea igual de feliz que yo.

Hace un tiempo un viejo filósofo amigo me hizo reflexionar con una pregunta suya, en cuál es el peor tipo de amor. Para mi, ese sería el amor no correspondido, simplemente porque el amor correspondido es el mejor tipo de amor. 

Miliv out

viernes, 12 de febrero de 2016

La Amistad


Hace un tiempo perdí una apuesta con Marian y mi prenda fue relativamente atípica: escribir un post "Profundo, de esos que llegan al hueso" (sic)... Hubiera preferido invitarle un helado, pero bueno, es la gracia de perder.
Ese post tratará de ser este, aunque todo post que se anuncia profundo automáticamente pierde profundidad, como cuando uno dice "espero no sonar superficial con lo que voy a decir", cuando eso mismo ya suena así, y ni me imagino lo siguiente. O como el que se emociona con un atardecer y lo anuncia a viva voz, cuasi haciendo alarde de su emoción, en vez de vivirlo como un momento de introspección, calladito la boca. Es muy probable que lo que carezca de profundidad lo compense con longitud, así que anda sirviéndote un doble on the rocks con hielo, o poniendo la tetera para algún té que no sea de tilo, porque esto viene para largo.

El tema que quería tocar era el de la Amistad, pero quizás termine derivando en las relaciones humanas en general (para variar). Una de las cosas más difícil que tiene abordar este tema, es que los genios de WaitButWhy ya le sacaron mucho jugo AQUÍ, pero como su post es aún más largo que lo que éste promete, y encima está en inglés, entiendo que no lo lean... aunque recomiendo enfáticamente que lo hagan.

De todas maneras, en mi opinión, lo más jugoso de ese artículo es esta montaña que no requiere demasiada traducción:


Y este cuadrante:

*: El "Test del Tráfico" es un test ideado por Tim Urban (WBW), donde luego de juntarte con un amigo y uno está llevando al otro a la casa, estas deseando que haya tráfico, para pasar más tiempo con él. Sería el equivalente a la sobremesa de doble café del Macro Rosenberg.
(En caso de que se pregunten, sí, esa gráfica la hice enteramente a puro PowerPoint)

Dejando eso ahí de fondo como para reflexionar, lo primero que me pregunto es: Qué es un Amigo? (sí, también podría decir Amiga, pero el día que DadoDeTres caiga en la "inclusión" barata, será cuando sea de otro dueño que me haya pagado algunos millones de dólares)

Una de las definiciones relativamente chongas que se ven por ahí dice "los amigos son la familia que uno elige". De todas las cosas que no me gustan de esa definición, la principal es que uno también elige a su familia, en el sentido de que puede elegir acercarse a familiares que considera valiosas personas o tiene afinidad y alejarse de las que no.

Para intentar abordar esa interrogante, voy a empezar plagiando a algunos personajes importantes a ver qué dijeron ellos al respecto.
Aristóteles escribió largo y tendido sobre el tema de la amistad, y las principales ideas que podemos robarle son:
-La Amistad es de las cosas más importantes en la vida
-Todo el mundo quiere tener amigos, incluso los extremadamente ricos materialmente
-Hay 3 tipos de amistades:
*Basada en la utilidad (beneficio mutuo)
*Basada en el placer (disfrute mutuo)
*Basada en la bondad (admiración de la bondad del otro y ayuda para continuar desarrollándola)
Obviamente, la mejor de las tres, es la tercera.

Borges, habiendo escrito un Poema a la Amistad, pensé que metería al menos alguna frase contundente al respecto, pero lo que encontré que me llamó la atención fue:
"La amistad puede prescindir de la frecuencia y también de la confidencia, pero el amor sin confidencia se ve como una traición". No está mal, pero esperaba robarle algo más a Jorge Luis.

Erasmo de Rotterdam dijo que "La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos parece ameno". Esta frase me encanta. Y además pienso que tiene razón.

El Gran Dolina por su parte ha hablado bastante sobre la amistad y ha puesto en boca de los personajes de sus libros otro tanto. Se acuerdan de aquella frase “las novias pasan, los amigos quedan”? Bueno, para él es exactamente al revés. Dice:
“Una traición por amor, es perdonable, porque el amor vale más que la amistad. Yo le cambio al mejor de mis amigos por media novia”. Interesante, no?

Y los Enanitos Verdes dicen que son una luz brillando blabla... Creo que ya basta de referencias.


Lo cierto es que a nuestro nivel evolutivo, la amistad es una especie de contrato, un acuerdo entre dos partes con derechos y obligaciones dependiendo del nivel de amistad (la altura en la colina de la imagen del primer link)
Una cosa que encuentro muy curiosa, es que hoy día las parejas suelen ser algo bastante distinto al grado máximo de amistad. Y ni siquiera me refiero a esa frase tonta "mi novia no es mi amiga, es mi novia", porque quien dice eso no entendió nada. Me refiero a la casi imposibilidad de bajar un cambio y pasar de novio a amigo, mientras que en una amistad el nivel puede fluctuar sin demasiadas complicaciones. O al hecho de que uno nunca "corta" o "se deja" con un amigo por razones que en una pareja sí serían válidas: la pareja no funcionó, ya no siento lo mismo, la rutina, y el famosísimo "no sos vos, soy yo". A ver, pongamos un poco las diéresis sobre las úes, si no es nada raro elegir una pareja simplemente porque “está buena”, siendo que la pareja es algo al menos un poco más único que una amistad (a menos que seas musulmán rico), imagino que muchas veces las amistades también se elegirán por razones análogas. Como esa persona que conociste accidentalmente en unas vacaciones, en un viaje o en un cumpleaños por ser amigo de un amigo, que en el momento te mataste de risa, pero luego demostró ser muy diferente a vos o a lo que esperas de un amigo.
No sé entre mujeres, pero entre hombres, las terminaciones abruptas de amistad suelen implicar una de dos cosas: uno le roba la novia a otro, o uno caga con plata al otro. (Ambas pueden terminar opcionalmente con una buena agarrada a piñas entre las partes, en especial si se dan las dos opciones juntas).
Creo que el resto de las razones no deben llegar ni al 5%. Pero, por qué? Por qué no puede uno de los dos (o los dos) haber cambiado, o uno de los dos darse cuenta de que la otra persona ya no te cae lo suficientemente bien como para ser tu amigo, y querer terminarlo ahí? Por qué será tan raro?
En realidad, la parte rara de todo lo dicho anteriormente, reside en una única palabra: abrupto.
Porque perder amistades (Amigos/amigos/conocidos) no es algo tan inusual, sucede casi naturalmente, por no ir regando la relación, ésta simplemente se marchita y muere.
El problema está en que los seres humanos generalmente solemos ser grandes fanos de evitar este tipo de enfrentamientos, entonces es mejor hacerse el boludo e ir perdiendo contacto paulatinamente, que tener que encarar la ruptura. Porque seamos sinceros, quién no ha tenido esa novia con la que está todo mal, a la que se la quiere dejar, pero no dan las gónadas para hacerlo?
Muy fácil sería simplemente no llamarla más y que se dé por abandonada, pero la vida real no funciona así. Al menos no la semi-adulta y semi-responsable.

Ojo, entiendo que hay diferencias entre una pareja y una amistad. Al menos entre amigos es válida la infidelidad, aunque haya casos en los que el pasar tiempo con “otro” grupo de amigos se vea como alta traición. Hablando de parejas, aprovecho a compartir Otro artículo muy bueno de WBW sobre ese tema.


Creo que alguno de ustedes debe estar pensando: "Miliv, a los amigos hay que aceptarlos como son". Si alguien me dice estando sentados en un bar con sendas cervezas y tiempo de discutir, le diría que No, que no hay que ser tan permisivo, que muy parecido a lo que pasa con las parejas (donde los hombres generalmente buscan a sus mujeres de una manera que les convenza y si no siguen buscando a otra; y donde las mujeres ven a sus hombres como grandes masas de plasticina y les entra una nostalgia preescolar y tratan de amoldarlo a la imagen y semejanza de ese Hombre Ideal que todas sueñan) (buen paréntesis metí), uno se busca a los amigos como le convencen, amigos que calcen en el cuadrante verde de más arriba. Pero, si ese alguien me dice eso en un momento como ahora, yendo al trabajo en el bondi, le digo que ponele que tiene razón, pero que hay algo con lo que no se tranza, que es indispensable para una amistad de capa 1 o 2: la confianza.
Sin confianza una amistad no tiene sentido. Estar siempre desconfiando, caminando como sobre una cornisa con miedo a que nos dañen o traicionen no es una amistad, es un sufrimiento innecesario. Y si me apuran más todavía, les digo que Todo lo demás va y viene, es opcional: sentido del humor, generosidad, afabilidad, inteligencia, discreción, empatía. Pero no la confianza, cuando se pierde la confianza, tanto en una pareja como en una amistad, andale midiendo el cajón. 

Volviendo a la pregunta inicial, creo que es muy difícil responder de una única manera, porque dejando de lado eso de que los perros son el mejor amigo del Hombre, los amigos de uno suelen ser humanos, y como tales, los hay realmente muy diferentes. Eso hace que en cada amigo nuestro podamos encontrar un conjunto y proporción de virtudes completamente diferente, haciendo que cada amistad sea única. Habrá algunos con los que nos divirtamos y pasemos tan bien que nos olvidamos si estábamos bajoneados. Habrá otros con los que se pueden compartir ideas profundas, o a quienes consideramos de una gran moralidad a las que les podemos pedir consejo. Habrá otros aventureros, que nos arrastren en sus locuras y nos saquen por un rato de nuestra cobardía. O al revés, aquellos que nos banquen en nuestras propias locuras, y hagan que por una vez no nos sintamos tan solos en el mundo. Podría estar toda la tarde enumerando estos tipos de amistad, pero lo importante es que al final del día, esta gente nos haga sentir Bien, y nosotros los hagamos sentir Bien a ellos. Y este bienestar no tiene por qué ser a inmediato plazo, porque un verdadero amigo no duda en decir o hacer algo que en el momento nos pueda doler, si es por un bien más duradero a largo plazo, o si es por evitarnos un dolor aún más grande que ese.
Un verdadero amigo puede llegar a conocernos más que nosotros mismos, entonces nos puede dar buenos consejos, porque son consejos objetivos. No se dieron cuenta lo fácil que es aconsejar a otros, pero lo difícil que es aconsejarnos a nosotros mismos y seguir nuestros propios consejos? Ahí es donde entran en juego los amigos.

Gracias a todos mis Amigos, que me siguen bancando pese a ser como soy.

El Confiá

Como el siguiente post es el #50, y eso lo hace un 1% más especial que los demás, quería mechar este en medio, para que caiga en el #49.

En mi infancia/adolescencia destiné una cantidad no menor de energía en lo que es Convencer. Convencer gente de que haga o piense lo que yo quería o pensaba. (también intentaba sin ningún éxito convencer mujeres de que les guste, pero eso es otro tema).
Pese a que luego abandoné esa costumbre, creo que al igual que todo el mundo, mantuve una habilidad pasiva de convencer a los demás en lo que se refiere a Tener Razón. Todos pensamos que tenemos razón. Puede que haya casos en los que no pensemos que tenemos Más razón que otros, pero siempre tenemos la suficiente razón como para decir que nuestras opiniones son válidas (en el mejor de los casos, si no tenemos ni idea del tema en cuestión, nos abstenemos de opinar y listo)

Estar intentando demostrar que uno tiene razón puede llegar a ser tedioso, siempre y cuando uno esté rodeado de gente a la que convencer, pues si uno está solo, no hay nadie a quien convencer. Hubo un buen tiempo durante el liceo en que pasaba mucho tiempo con mi gran amigo Frulo, y fue con él que un día, sin siquiera quererlo, inventamos un sistema tan sencillo como genial, el cual muchas veces suelo extrañar. Los años y la nostalgia me han hecho llamar a ese sistema: La Religión del Confiá.

Una de las acepciones de Religión de la RAE es: "Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber." Y es en este sentido que me refiero a religión, pues en cualquiera de los otros sería demasiado complejo.
La religión del confiá tiene unos preceptos muy básicos: todo el mundo tiene Un confiá, que puede utilizarlo múltiples veces, simultáneamente, hasta que lo pierda.
De esta manera, uno no debía desperdiciar tiempo y saliva en convencer al otro de que tal alfajor era mejor que cual, o que tal cartucho de impresora sirve para tal modelo, ni de nada. Uno dice Confiá y el Hermano Confía.

La Pérdida del Confiá se da básicamente por dos razones:

1) Errarle o utilizarlo de manera incorrecta.
Ejemplo: Decir "Confiá que nunca voy a hacer tal cosa" o que "nunca va a pasar cual cosa", y que luego sí haga tal cosa, o sí pase cual cosa.

2) No confiar cuando un Hermano del Confiá utiliza su Confiá en uno
Ejemplo: Hermano A dice "Confiá que ese sabor de helado es asqueroso, no te va a gustar, no lo compres", Hermano B no le importa y se lo compra igual


Cuando uno está 100% convencido de algo, y cuando el otro confía en nuestro criterio, con el Confiá zafamos de desperdiciar tiempo en explicar grandilocuentemente que jamas desde que nací me he sentido con una certeza tan grande como me siento en este momento en que te estoy diciendo XXX. 
Simplemente decimos: Confiá que XXX.

Es un sistema realmente muy bueno. Confiá.

jueves, 11 de febrero de 2016

Simbolismo en Star Wars

Sí, seguimos chupando rueda del furor (ya menguante) que genera Star Wars hoy día, gracias a Disney®

Primero lo primero: una aclaración para doña María, la amiga de Darwin: 
Star Wars = Sables de luz, Jedi, Que la Fuerza te acompañe, Darth Vader, Luke yo soy tu padre.
Star Trek = Spock, Klingon, Enterprise, Beam me up Scotty, Capitán Jean-Luc Picard, manito con forma de \\//_ (imagen para los que no aprecian el ASCII art)
Habiendo hecho esa distinción, vamos a lo nuestro.

Como buen fano de SW, voy a ser lo más subjetivo que me dé la capacidad, encontrando significados que pueden ser válidos pero quizás no verdaderos (los dejé pensando con ésta, eh?), encontrándole la quinta pata al huevo y el pelo al gato, descartando todo lo que indique que George Lucas tomó tal o cual decisión "por casualidad" (como que le cambió el color del sable a Luke en Ep VI porque el verde contrasta más que el azul contra el cielo de Tatooine), aunque él mismo lo haya confesado, y voy a atribuirlo gratuitamente a influencia divina de entidades que le hablaron al oído a Jorgito.

Segundo lo segundo: los chabones de El Gato y la Caja escribieron un artículo interesante sobre los cuentos de héroes en general, que está bueno para chusmear, acá se los dejo:

Es imposible hablar de simbolismo sin explicar al menos vagamente qué es un símbolo o cuál es su importancia. Como todos saben, un símbolo es un contenedor de una idea, con una forma que alude a ella de distintas maneras: concisa, resumida, esencial, velada, etc.
La gracia de los símbolos, o mejor dicho, la gracia de la existencia de símbolos en obras literarias o cinematográficas, es que pueden dar un valor agregado extra para quién los busca o sabe leerlos, mientras para el que no, siguen contando una historia al menos entretenida, y que a veces, inconscientemente, nos llama más la atención que otras sin contenido simbólico.
Es algo así como cuando miramos Shrek con nuestro primito de 5 años (y los dos la disfrutamos, pero cada uno entiende y se divierte con ciertas cosas) pero nada que ver.
También es como cuando leemos algunos textos milenarios de la India, como el Bhagavad Gita, que cuenta la historia épica de una batalla entre dos familias emparentadas, cuando indirectamente nos está contando sobre esa lucha diaria que tenemos con nosotros mismos, contra nuestros instintos más bajos, nuestros deseos, etc. Ahí sí todo que ver.

No voy a hablar de la importancia de que los buenos sean buenos y queribles y al final ganen, los malos sean malos y odiables y que a la larga pierdan, porque quizás ahora estemos para algo más "complejo" o "realista" donde haya más matices y más grises, pero a los niños, a los jóvenes con mente de niño, a los adultos con un niño interior muy exterior o a los adultos cansados de lo crudo de la actual realidad, sí les sirve un respiro donde lo bueno sea bueno y esté bueno ser bueno. Es por eso que George tomó la decisión de modificar una de sus películas en una de las remasterizaciones y hacer que "Han dispare después". (Algo con lo que estoy de acuerdo, sólo para hacer calentar a medio internet)

Volviendo a los símbolos, hay unos más evidentes (o menos velados) que otros... 

El primer símbolo que me gustaría citar es del de la Fuerza: esa energía cósmica caracterizada por unos micro-organismos llamados midi-chlorians. Esta Fuerza representa la fortaleza propia del héroe, que lo separa del humano normal. Sin embargo, los malos también la poseen, porque puede ser utilizada tanto para el bien como para el mal. La verdadera Virtud es saber dominarla y canalizarla para el bien
Vale este fragmento de conversación para ayudar a entender:
Luke: ¿Es más fuerte el lado oscuro?
Yoda: No, no, no. Más rápido, más fácil, más seductor. 
Luke: ¿Pero cómo voy a distinguir el lado bueno del malo?
Yoda: Lo sabrás... cuando estés calmado, en paz, pasivo.     
Esto es fácil de ver, porque a quién no se le ha nublado el juicio por el enojo o la ira?


En un mundo de altísima tecnología (aunque supuestamente haya sido "hace mucho tiempo"), con la posibilidad de viajar a la velocidad de la luz o de construir armas que destruyen planetas, es muy curioso que los personajes más poderosos de la película utilicen espadas. Ta, sí, no son cualquier florete, son sables de luz, pero igual llama la atención.
Esto puede deberse a algunos o todos de estos factores:
-Las espadas recuerdan inconscientemente a los caballeros de brillante armadura, paladines de la justicia, y todas esas cosas buenas medievales. Rey Arturo, espada en la piedra, les suena, no?
-Que el más poderoso tenga el arma a priori menos eficaz (al menos en alcance) implica que el poder está en el que la porta y no en el arma en sí (virtud, o en este caso, la Fuerza)
-Las apariencias engañan, ni a priori ni a posteriori es la menos eficaz, y te corta al diome.

Además, este sable no es sólo el arma, sino que es una prueba en sí mismo, porque cuando el padawan (discípulo) asciende a caballero (o dama), se le pide que construya su propio sable, demostrando así su habilidad y su manejo de la Fuerza. Porque los Jedi, como bien dijo Mace Windu, "somos custodios de la paz, no soldados". Y yo diría que son más que eso, porque son prácticamente unos filósofos guerreros, por decirles de alguna manera, comparables con los Samurai (que curiosamente, tanto Jedi como Samurai son el singular y el plural) en Japón, la Orden del Temple en Europa o la escuela guerrera del Calmecac en América. Al igual que ellos, tienen su jerarquía y su código de honor, el cual rige sus vidas.

El código Jedi es este:
No hay emoción, hay paz.
No hay ignorancia, hay conocimiento.
No hay pasión, hay serenidad.
No hay muerte, está la Fuerza.
Hasta se podría decir que hay algo de Zen en la filosofía Jedi, como queda reflejado en esta frase de Yoda: "Debes des-aprender todo lo que has aprendido".
Hay una frase muy controversial del Ep II, no tanto porque no la dijo nadie (aparecía en los posters de promoción de la película) sino por su contenido:
"Un Jedi no debe conocer la Cólera. Ni el Odio. Ni el Amor."
Ta interesante, eh?
Yo les tiro un par de interpretaciones, y ustedes se manejan, lespa?
Obvio que lo sabroso de la frase es el final, con la parte de la cólera (el enojo, no la esposa de la enfermedad) nadie tiene problema. Una forma de verlo, la más Zen, (y también la más barata) sería que como los extremos son malos, y el Odio es malo, lo radicalmente opuesto al Odio sería el Amor, y por ende también sería malo. (yo avisé que era barata)
Sin embargo, la interpretación que yo le doy a esa frase es que el Jedi debe Amar pero no Enamorarse (pensé que explicaba la diferencia entre esos dos conceptos aq, pero no, así que quedará para otra), porque para ser un "custodio de la paz" inevitablemente se necesita una cuota de Amor, porque sino, qué motor los motiva entonces?
Yo creo que esa frase hace alusión al amor más terrenal, más pasajero, un amor por una persona, que sin lugar a dudas se termina traduciendo en confianza, la cual puede ser rota y llevar a la decepción y al sufrimiento. O el mismo amor puede llevar al miedo de perder dicho amor. Y como dice nuestro verde amigo:
"El Miedo es el camino al lado oscuro. El Miedo lleva al Enojo. El Enojo lleva al Odio. El Odio... lleva al Sufrimiento". 
Y suponemos que el sufrimiento lleva al lado oscuro.
 
Volviendo al tema los lightsabers, hay una cuestión interesante (al menos para mi) y harto discutido en las redes sociales, que es el tema de los colores de los sables:
-Los malos usan rojo, porque rojo es un color que siempre se lo vinculó con la guerra, con la violencia y con la pasión. Todos atributos dignos de un Sith (Sith = "Jedi Malo")
(sin embargo, como nada es absoluto, el rojo también representa la Voluntad, y en la película lo vimos cuando al final, Darth traiciona al emperador)
-Los buenos usan azul, relacionado con la justicia (desde la pluma de Maat en Egipto hasta Wikipedia). Incluso es un azul bastante claro, más tirando a celeste-blancuzco (sobre todo en Ep IV), entonces se lo podría relacionar con la pureza, de los primeros momentos.
-Pero Luke cuando "pasa de nivel" y se vuelve más salado (luego del entrenamiento y la lucha con su padre) también usa el verde, que simboliza el renacimiento y la paz. Sin mencionar además que verde=azul+amarillo. O sea que al verde se lo podría ver como un color más "avanzado" o complejo que el azul, porque tiene además un componente amarillo, que es fácilmente identificable con la luz, el Sol, etc.
Creo que el tema de los simbolismos de los colores es bastante para-racional o intuitivo, y por ende un poco discutible, por lo que trataré de poner ciertos ejemplos para ayudar a la intuición: Negro=Malo, Blanco=Bueno/Puro, Rojo=Pasión, etc..

Como decía antes, el camino del Jedi tiene distintos peldaños que ha de ir superando. Esta superación se da en base a salir victorioso de una guerra interior, consigo mismo. Yoda (que de verdad hablaba así de atravesado, no era un tema de traducción) hace mucho hincapié en esto durante el entrenamiento de Luke, estimando el valor de la paciencia, la serenidad, la confianza y la determinación. "Hacer o No Hacer, no hay Intentar". Pero donde queda más clara esta enseñanza, es cuando Luke tiene que entrar a la cueva del lado oscuro, y se le presenta su enemigo, que al vencerlo, muestra que tiene su propio rostro. Más claro echale Salus. 

La última enseñanza que me gustaría extraer de esa maravillosa saga, está relacionada con la Estrella de la Muerte. Primero, hay una frase que Darth Vader le dice al Gran Moff Tarkin que es bastante interesante (porque al final, son puras frases de los buenos, pero de los malos también se aprende):
"No estés demasiado orgulloso de este terror tecnológico que has construido. La habilidad de destruir un planeta es insignificante al lado del poder de la Fuerza"
Yo creo que no requiere mucha explicación, al menos no a esta altura del post...
De todas maneras, pese a lo que dijo Ani Con Máscara, la Estrella de la Muerte era un obstáculo bastante significativo para los Rebeldes, pero lo interesante es su manera de encararlo: no se escondieron hasta juntar un ejército de cientos y cientos de naves para ir a atacarla, sino que hicieron dos cosas muy importantes: primero, usar la astucia, encontrándole una alternativa poco ortodoxa, que el enemigo nunca se hubiera esperado. Segundo, atacaron al problema en la raíz, yendo a lo medular, lo mismo hizo Alejandro Magno cuando tuvo la oportunidad de enfrentarse en batalla a su gran enemigo Darío, que se atravesó líneas y líneas de tropas enemigas para batirse directamente con él, sabiendo que si él caía, todo el ejército se desmoralizaría y terminaría cayendo también. 
Estos dos encares, que viéndolos en el ejemplo de Alexandros hasta podría considerárseles opuestos, realmente son una buena enseñanza de cómo hay que encarar los problemas que la vida nos presenta, los cuales a veces parecen más grandes de lo que son realmente, pero dudamos, nos acobardamos, y perdemos así tiempo u oportunidades (que son cristalizaciones del tiempo), lo cual no nos permite avanzar.

Y si no avanzamos, nunca vamos a poder dejar de ser padawans, entonces nunca podremos construir nuestro propio sable de luz, para por fin poder ir a la feria de Tristán Narvaja sin perder media hora para llegar de 18 a Colonia.

Que la Fuerza los acompañe!
  
Miliv out